Explicación al 'miembro fantasma': El cerebro mantiene intacto su mapa corporal tras una amputación

Un equipo de investigación formado por miembros de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y de la Universidad de Cambridge ha podido demostrar un aspecto asombroso del cerebro humano. Al contrario de lo que se creía, este estudio ha demostrado que el cerebro mantiene inalterado su “mapa corporal” incluso después de perder una extremidad. Es decir, la actividad cerebral tras una amputación no cambia, y el cerebro parece no saber que el miembro amputado ya no está ahí.
El hallazgo, publicado en Nature Neuroscience, contradice la idea clásica de que las áreas cerebrales se reorganizan para compensar la ausencia. Así, puede explicarse más fácilmente la sensación de dolor fantasma, cosquilleo o picor que muchas personas con miembros amputados dicen tener tras perder esta extremidad.
El trabajo comparó la actividad cerebral de tres personas antes y después de la amputación de una mano, y la claridad de los resultados no solo despeja algunas dudas sobre el origen del dolor fantasma, sino que también ofrecen nuevas oportunidades para mejorar el control de prótesis avanzadas.
Los mapas cerebrales permanecen intactos
En la corteza somatosensorial del cerebro, cada parte del cuerpo tiene asignada una región. Durante la investigación, se realizaron escáneres cerebrales para mapear la mano y los labios, ya que estas dos áreas son muy próximas en el cerebro. Se observó que, tras la amputación, la representación de la mano seguía activándose casi sin cambios.

La neurocientífica de la Universidad de Cambridge y autora principal, Tamar Makin, destacó que no esperaban unos resultados tan evidentes: “Debido a nuestro trabajo anterior, sospechábamos que los mapas cerebrales permanecerían en gran medida sin cambios, pero el grado en que el mapa de la extremidad faltante permaneció intacto ha sido asombroso. Teniendo en cuenta que la corteza somatosensorial es la encargada de interpretar lo que sucede dentro del cuerpo, parece sorprendente que no parezca saber que la mano ya no está allí”.
El hallazgo fue tan claro que, según los propios investigadores, no habrían sido incapaces de distinguir si un mapa pertenecía al periodo previo o posterior a la amputación si no conociesen la fecha de registro. Solo un algoritmo de inteligencia artificial logró diferenciar qué dedo “fantasma” se estaba moviendo en cada caso. Hunter Schone, primer autor y miembro de la Universidad de Pittsburgh, lo resume: “No observamos ningún indicio de la reorganización que se supone que ocurre según el pensamiento clásico. Los mapas cerebrales permanecieron estáticos e inalterados”.
Una explicación al dolor del miembro fantasma
Schone explicó la cuestión fundamental por la que se produce el fenómeno ya antes conocido como el "dolor fantasma", pero aclaró que, gracias al estudio, han podido dilucidar algunos detalles: “Las partes restantes de los nervios, aún dentro del muñón, ya no están conectadas a sus receptores terminales. Están completamente desconectadas de los receptores sensoriales que les han transmitido señales constantes. Sin un receptor terminal, los nervios pueden seguir creciendo, formando un engrosamiento del tejido nervioso y enviando señales confusas al cerebro”.
Además, los investigadores comprobaron que los límites de los mapas cerebrales no son rígidos, lo que significa que una misma zona puede participar en varias funciones sensoriales. El estudio también incluyó a 26 personas con amputaciones de larga duración, en promedio de más de dos décadas, en quienes se observó el mismo patrón: las representaciones cerebrales de las extremidades perdidas permanecen estables a lo largo de los años.

Nuevas perspectivas en cirugía y prótesis
Las implicaciones clínicas son prometedoras. Schone señaló que el estudio ayuda a recordar que "el cerebro se aferra al cuerpo", incluso después de perder una extremidad: "Las terapias más prometedoras implican replantear cómo se realiza realmente la cirugía de amputación, por ejemplo, injertando los nervios en un nuevo músculo o piel, para que tengan un nuevo lugar donde adherirse”.
De los tres pacientes del estudio, uno se sometió a este tipo de intervención avanzada y dejó de sufrir dolor, mientras que los otros dos, operados con técnicas estándar, continúan experimentando molestias en el miembro fantasma. En la misma línea, el investigador de los Institutos Nacionales de Salud, Chris Baker, subrayó que, si el cerebro se reconfigurara tras una amputación, estas tecnologías fracasarían: "Si el área del cerebro que antes controlaba la mano fuera ahora responsable del rostro, estos implantes simplemente no funcionarían. Nuestros hallazgos ofrecen una verdadera oportunidad para desarrollar estas tecnologías ahora”.
Un concepto de reorganización que debe revisarse
El trabajo también ha despertado interés en la comunidad científica española. Juan de los Reyes Aguilar, responsable del Grupo de Neurofisiología Experimental en el Hospital Nacional de Parapléjicos, valoró que estos datos pueden contribuir a “descifrar e incluso redefinir la complejidad del fenómeno de la reorganización cortical”.
Según este especialista, los resultados sugieren que no basta con pensar en una mera expansión de áreas vecinas tras una lesión: “Ante los datos de dolor percibido que se muestran en el artículo, se podría discutir que el concepto de reorganización cortical después de amputación o lesión medular es algo más complejo de lo que actualmente está en la literatura, que se reduce a una expansión del área cortical activada, y podría centrarse en alteraciones de la percepción sensorial”.
FUENTE: 65 Y MAS